sábado, 23 de septiembre de 2017

RELATOS: El reencuentro (capítulo 4)

-¿Estás bien?
Cuando me desperté estaba tendido en la cama. Sentada a mi lado se encontraba Ana, que me colocaba paños húmedos en la frente para espabilarme.
-¿Por qué haces esto? ¿Por qué pierdes tu tiempo conmigo?
-¿Sabes una cosa? Siempre te había considerado distante, engreído y cerrado. A veces, te escuchaba hablar de Carlos y decías que era tan sensible, tan dulce y tan amable, que me lo imaginaba como una bellísima persona. Pero he descubierto que tú también lo eres. -Ana dejó lucir una tímida sonrisa.

-Sí, claro.-reí.- Cuando Carlos era más pequeño, todo el mundo admiraba y hablaba de su dulzura, de sus ojos, de los hoyuelos que adornan su rostro al sonreír o de sus rasgos delicadamente dibujados. Yo soy el polo puesto.
-Manu, tú tienes tus puntos fuertes. Te preocupas por los demás, eres muy responsable, trabajador, estudioso...
- No lo creo. Han pasado muchas cosas.-Ana me miraba con interés-. Antes, Carlos y yo nos llevábamos bien. Cuando éramos pequeños, no nos separábamos, aunque eso cambió hace siete años. Mi padre emigró a Alemania en busca de trabajo. A raíz de eso, Carlos cambió, se volvió más introvertido y nos fuimos distanciando. Por mi parte, yo supe mantener la compostura, pero también me derrumbo a veces. Criarte sin tu padre, con un hermano traumatizado y una madre que intenta actuar como si no hubiera pasado nada, aunque esté destrozada por dentro, es muy duro. No se lo recomiendo a nadie. Y para colmo de los males, soy responsable de que se haya roto la débil relación que tenía con un hermano que se acaba de perder en una ciudad desconocida. Mientras tanto, yo estoy aquí parado, lamentándome por mis calamidades.
-Te prometo que encontraremos a tu hermano sano y salvo.
-¿Encontraremos? Esto es cosa mía. Es mi hermano.
-Y yo soy tu nueva amiga. Prepárate, que mañana salimos a las dos.
Ana mi nueva amiga. ¿Ana? ¿De verdad me había dicho que yo era responsable y estudioso? No me lo podía ni creer, ¡estaba en una nube! Alterado, parpadeé varias veces y miré el reloj. ¡Qué rápido había pasado el tiempo! Ya eran las doce, la hora a la que el teatro cerraba. Aquella noche se me hizo eterna, apenas pude dormir.
Después de desayunar, salimos del hotel. Comimos rápido, por lo que la profesora nos dio permiso a todos para darnos una vuelta por los alrededores. Corrimos como locos hasta entrar en el callejón que desembocaba en el teatro. Para nuestra sorpresa, el edificio aún no había abierto.
-¿Cómo? No puede ser, debería haber abierto hace una hora. - intenté calmarme para poder pensar fríamente. - Hoy había otra función de Dirty Dancing a las dos y media.
-¡Ay, lo siento!- Pedro se llevó las manos a la cabeza. - Se me olvidó deciros que se suspendió porque Christian Sánchez, uno de los protagonistas principales desapareció ayer por la noche. A las siete, Sánchez estaba ensayando la actuación de hoy en el teatro. Al acabar, se fue a buscar "una cosa"- remarcó con fuerza las dos últimas palabras-, pero nunca volvió. Al ver que tardaba demasiado, los que se habían quedado esperándolo se fueron, pensando que se habría ido por la puerta trasera. - Se quedó pensativo- ¿Acaso creéis que ambas desapariciones están relacionadas?
De pronto, escuchamos una serie de rítmicos golpecitos.

-¡Es Carlos! -como hipnotizado, Pedro se acercó a la pared e imitó los golpes.- No me lo creo. Dice que está con Christian Sánchez.

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